Esta obra representa la pequeña represa de la casa del artista en Loza Corral, provincia de Córdoba, que fuera uno de los motivos preferidos del artista.

El hondo sentimiento del artista hacia las cosas de la naturaleza que lo rodean, y especialmente hacia la represa de su casa, fueron expresadas en un escrito, donde Fader “dialoga” con su otro yo, y que vale la pena reproducir algunas frases:

–           ¿Y por qué te obstinas en pintar esa famosa represa? Ya la pintaste como veinte veces… dirán que te estás repitiendo…

–           ¿Crees tú acaso que una emoción se repite? ¿Acaso esas mismas hojas caen todos los años en la misma forma? ¿Y tú, lo ves igual todos los años de tu vida? … Pero voy viendo más, más adentro. Cada año, ¡que cada año!, mientras pinto, cada día, cada hora, voy comprendiéndolo todo; a menudo me asusto de verlo tan sencillo, tan simple… ¡y tan enorme!

Durante los años 1924 y 1925, Fader no expone en la galería Müller como solía hacerlo anualmente, debido a cierto distanciamiento con el marchand y por el viaje de éste a Europa durante 2 años. El artista no abandonó por eso su actividad profesional, siguió pintando y exponiendo.

Pedro Garmendia se ocupó de la venta de sus obras en Buenos Aires, como lo hacía antes de la aparición de Müller en 1915. Posiblemente a través de él, esta obra fue adquirida por el Sr. Atilio Larco, quien la prestó para ser expuesta en el Palais de Glace en 1932.