Fernand Léger, Original y único.

Por Ignacio Gutiérrez Zaldívar

Es curioso ya que Francia es la número uno en promocionar y difundir su arte y ha sido la primera en comprender que el arte es uno de los mayores atractivos que tiene el turismo.

Nacido en 1881 y fallecido en 1955, hay un museo en su honor en  la ciudad de Biot, con 400 de sus obras, que queda a solo 20 km de Niza y a pocos kilómetros está el mejor restaurante del mundo, MIRAZUR, del encantador genio Mauro Colagreco, con lo cual le agregamos una visita al Casino de Montecarlo y ya tenemos un fin de semana inolvidable (cuando termine la cuarentena).

El padre de Léger fallece cuando Fernand tiene tan solo 2 años. Cursa estudios regulares, y también con un arquitecto durante dos años, y a los 19 años lo tenemos en París, donde ingresa a la Escuela de Arte Decorativo porque no había lugar en Bellas Artes, igual hace algunas clases con un gran pintor realista, y el mejor en temas orientales, que fue Jean-Léon Gérôme. Sus primeras pinturas son de carácter impresionista, en 1907 el gran acontecimiento es la retrospectiva de Paul Cézanne que vuelve fanánticos suyos a la mayoría de los artistas de la época, luego que había sido denostado durante su vida e incomprendido por todo el ambiente cultural. Es el gran momento del cubismo con Picasso y Braque a la cabeza, y con la incorporación de Léger que nos describe un mundo industrial con figuras de conos y cubistas, los tres artistas son representados por uno de los mayores marchands de la historia, Kahnweiler, quien luchó para imponerlos. Léger hace escuela y su obra de la década del diez es fundamental dentro del arte moderno. Son el famoso arquitecto Le Corbusier (hay una casa diseñada por él en La Plata) y Ozenfant los que siguen su estilo y criterio con gran calidad.

Realiza su primera exposición en la década del veinte y la figura de mujeres pasa a ser su tema principal. En 1935 el MOMA de Nueva York le realiza una retrospectiva y otro tanto el Instituto de Arte Moderno de Chicago, también durante la guerra se queda a vivir en Estados Unidos y da clases en la universidad de Yale. Meses antes de morir gana la Bienal de San Pablo en Brasil.

No es un artista muy valorizado, se pueden comprar obras suyas en el rango de los 300 mil dólares, pero las más cotizadas y más escasas son las de la década del diez, que se han pagado entre 70 y 22 millones de dólares. Sus precios son estables, han subido solamente un 24% en los últimos 20 años y el precio de sus grabados ha bajado un 50%, son témperas la mayoría de sus obras y aparecen en el mercado cada año un centenar de ellas, pinturas son aproximadamente 30 las que se ofrecen y esculturas, que son generalmente cerámicas, unas 10 y su mayor precio fue un millón por una gran cerámica.

En nuestro Museo Nacional de Bellas Artes hay una lindísima obra que podremos ver cuando nos abran la tranquera.

Imágenes adjuntas en la nota.

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